El banquete está servido, con estos poemas construidos en versos de arte mayor: eneasílabos, endecasílabos y alejandrinos; aunque en ocasiones encontramos,  en su arte menor, a los heptasílabos o tetrasílabos, al tener un número impar en su métrica, el ritmo en los acentos obtienen un perfecto sazón de este manjar poético. La rima libre, en momentos juega con la asonancia para no perder la musicalidad. Se visten luto las estrofas acompañadas con vino tinto, la mesa está repleta con un poco de impudicia y desmemoria y también del placer, quizá remoto, de atesorar la carne muerta.